Psicología y Sexología Encarnación Zapata, Aguadulce (Almería)

Anatomía Patológica

Llevo semanas pensando en lo que voy a contar, tenía claro que quería escribir sobre ello desde que lo escuché, porque me impresionó ver hasta qué punto la información errónea puede causar tanto impacto en la vida de alguien.

No fue hasta 1998, hace casi nada, que Helen O’Connell, una uróloga australiana, describió la estructura completa del clítoris, mediante imágenes conseguidas por resonancia magnética.

Hasta entonces, por tanto, no se conocía en realidad cómo era la anatomía de los genitales femeninos o, por decirlo mejor, se tenía de ellos un conocimiento erróneo causante de  muchos problemas, como el que por desgracia le ocurrió a una paciente, y que voy a relatar, siempre con su permiso.

La llevo conociendo algún tiempo, hemos abordado distintas dificultades, y ya sabía que para ella las relaciones sexuales eran un problema, porque solían ir acompañadas de dolor en la penetración, ésta se daba prácticamente siempre que tenían relaciones, y además nunca alcanzaba el orgasmo, con ningún tipo de estimulación.

Abriendo un paréntesis, me pregunto con tristeza cómo es posible que tantas mujeres se entreguen una y otra vez, cientos y miles de veces, a una práctica sexual que les resulta dolorosa, y cómo tantos hombres, cientos y miles de veces, estén penetrando y sean capaces de disfrutarlo siendo plenamente conscientes de que la mujer con quien lo están haciendo está sufriendo molestias.

Cómo no destierran esa práctica hasta que se resuelva el problema, que se puede, y vuelva a ser sólo placentero, y se dedican mientras tanto a otras caricias indoloras y tan excitantes y orgásmicas como el coito puede serlo. Pero  justamente la idea de que el coito es LA ÚNICA RELACIÓN SEXUAL AUTÉNTICA, ESENCIAL Y VERDADERA,  es lo que mantiene ese disparate; junto con la idea de que todo lo demás, por mucho que haga disfrutar, son sucedáneos, complementos y hasta aperitivos, y todo el mundo se inclina ante esa supremacía coital, cueste lo que cueste. Incluso cuando no hay intención de reproducirse, que es la inmensa mayoría de las veces.  Cierro el paréntesis, que me enciendo y me pierdo.

Siguiendo con la historia de mi paciente, me cuenta que no sólo no puede tener orgasmos en la relación sexual, es que tampoco puede tenerlos a solas desde hace muchos años, y aquí viene la razón del título de hoy.

De jovencita se masturbaba, y se excitaba y llegaba al orgasmo cada vez que le apetecía. Un día, con el que era su novio y hoy su marido, veían juntos un libro de anatomía humana, (ambos son profesionales sanitarios, entonces estudiantes), y al llegar a la página donde se ilustraban los genitales femeninos, ella le contó de pasada cómo se provocaba el orgasmo acariciándose de una determinada manera. Él, señalando la ilustración, dijo que eso era imposible, que el clítoris no era así, como estaban viendo.

Recordaba ella perfectamente ese episodio, lo cortada que se quedó, y lo mucho que la impresionó, haciéndola dudar de lo que ella sentía, hasta el punto de que desde ese momento, y ya que el libro de anatomía contradecía su experiencia, nunca más pudo volver a tener un orgasmo.

La evidencia científica le vino a quitar la razón demasiados años después al patológico libro, demostrando que era perfectamente posible que ella sintiera placer acariciándose como lo hacía.

Afortunadamente, entre otras muchas rémoras que se ha ido quitando,  está ese bloqueo que le impedía disfrutar, y hoy día sí puede hacerlo.