Tomo prestado el título de esta deliciosa novela para escribir sobre algo de lo que he ido dándome cuenta con el tiempo, a lo largo de los años de profesión, y es que un porcentaje apreciable, alto diría yo, de las personas que acuden a mi consulta reúnen una especial mezcla de ambas cualidades, mujeres y hombres por igual.
Sentido común, agudeza, lucidez, claridad y rapidez mental, capacidad de observación y análisis, largueza de miras, mentalidad abierta, buen juicio, como lo queramos llamar, al fin es una manera de captar la realidad y de pensar sobre ella.
Sensibilidad al percibir situaciones, estados de ánimo, expresiones faciales, a veces sonidos y colores, pequeñas injusticias, incoherencias, que para otras personas pasan desapercibidas, y que estas no pueden dejar de ver, como tampoco pueden impedir en muchas ocasiones que una frase torpe, una observación bromista pero sin gracia, un comentario al pasar, les hagan daño, y queden dando vueltas en su cabeza durante mucho tiempo, sin atreverse a expresarlo.
Suelo decir medio en broma medio en serio que la combinación de estas dos cualidades es un cóctel altamente peligroso, por la capacidad de causar sufrimiento a la persona que las reúne, y van juntas con frecuencia.
Como además suelen cuestionarse a sí mismas su valía, su proceder, no les cuesta, más bien tienen tendencia a considerar que algo pueden estar haciendo mal, y acostumbran a buscar soluciones donde creen que pueden encontrarlas, en vez de continuar haciendo lo que ya se ve que no tiene resultado, es más probable que alguien con estas características termine buscando asesoramiento psicológico, y esas dos razones, mayor probabilidad de sufrimiento y una actitud abierta a la búsqueda de soluciones, explicaría ese elevado porcentaje del que hablaba antes.
Es frecuente que este tipo de personas se sientan raras, inadecuadas, como que algo no termina de encajar, durante toda su vida. La tendencia a darle vueltas a todo, a asegurarse de que se hace lo correcto, de que se toma la mejor decisión, puede derivar fácilmente en un trastorno obsesivo; la capacidad para prever consecuencias y un alto sentido de responsabilidad puede llevar a una angustia paralizante; reflexionar con detenimiento en quiénes somos y hacia dónde vamos puede resaltar el absurdo de la existencia y llevar hasta el desánimo y la depresión; sentimiento de impotencia, perplejidad y rabia ante las injusticias que constantemente nos rodean, desembocar en una oposición y agitación constante; expectativas muy elevadas de lo que debe ser una relación de pareja, pueden llevar a la frustración e insatisfacción, y podría seguir…
Un comienzo escaso de seguridad y de cariño, unas circunstancias vitales desafortunadas, pueden hacer que estas dos cualidades, en vez de mejorar la vida, se conviertan en la puerta a un estado patológico. Ser consciente de esa mezcla especial, saber protegerse y navegar entre personas y situaciones, sorteando escollos, soltando lastre, ayuda a dejar atrás ese peligro y salir de aguas peligrosas para no tener que volver.



